La mujer maravilla, de ayer y hoy

Lo mejor de no poder dormir a ciertas horas de la madrugada es descubrir la programación marginal de las cadenas. En la hora golfa de la vigilia no hay Hospitales Centrales, ni Serranitos, ni, gracias a Dios, ningún hombre de ese tal Paco (la mayor aberración a la lengua española que ha parido éste nuestro país).

A estas horas malditas, cuando los ojos se vuelven vidriosos, una puede llevarse sorpresas como la que yo me llevé el otro día. Grandiosa apuesta la de Cuatro un domingo a las tantas: Wonderwoman ha vuelto.


[Linda Carter, el azote de los nazis.
No le quites el cinturón que se cabrea].


La serie de la mujer maravilla es absolutamente naive, lo sé. Pero su inocencia y su primitivo feminismo me encantan. Nada de chica en apuros o novia del héroe. Nada de heroínas putonas. Wonderwoman es simplemente una buena chica, que sabe lo que está bien.
Pero eso sí, no le toques los cojones...


[Camiseta de Wonderwoman que brilla en la oscuridad,
regalo navideño de mi hermano, junto con una chapa de
Marisol. Adoro a mi hermano].

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